Ésta es una de las tartas más llamativas e irresistibles del mundo de las tartas. Cuando la ves por primera vez alucinas por lo bonita que es y por el llamativo color rojo. Y lo primero que piensas es "madre mía, qué pinta! ¿cómo demonios se hace una tarta así?" (al menos esa fue mi reacción hace años cuando la vi por primera vez, no en tartas, sino en cupcakes, y me pareció lo más complicado del mundo).
Lo primero que te preguntas es "¿cómo se consigue ese color rojo tan intenso?". Con los años descubres los secretos de esta tarta y, al final, llega el día en el que te decides a probar suerte. Y aplicando todo tu conocimiento y dedicando unas cuantas horas, acaba saliendo una delicia de tarta, con muchas cosas a mejorar (normal, siendo mi primera red velvet... no se puede pedir mucho), pero deliciosa al fin y al cabo.
Yo la hice ayer como sorpresa para mi marido por San Valentín, pues por su color rojo es una tarta bastante romántica e idónea para esta fecha, y así variaba un poco, que siempre le hago bombones. La anécdota del día fue que, al verla no se sorprendió en absoluto, y es que, como es daltónico, no se dio cuenta que era de color rojo, sino más bien un color marrón, así que se pensaba que era un bizcocho de cacao, y punto. Un chasco de lo más grande, pero nos reímos un rato :)
En fin, sigamos con un poco de historia, y el origen de esta tarta tiene varias, pero todas ellas en Estados Unidos.
La primera de ellas cuenta que ésta era una tarta exclusiva del Hotel Waldorf Astoria donde, en los años 50, una mujer, fascinada por dicha tarta, pidió la receta al hotel el cual se la proporcionó a cambio de cobrarle una elevada factura al dejar el hotel. Indignada, se dedicó a difundir la receta de la tarta quitando, así, la exclusividad al hotel.
Otra de las historias cuenta que el origen vino por la precariedad que se sufría durante la Segunda Guerra Mundial, donde los reposteros se veían obligados a poner remolacha en la elaboración de pasteles para mejorar el aspecto, dando así ese color rojizo a la tarta.
Y una vez visto ya de donde puede venir, vayamos con la elaboración de la tarta, que ya tendréis ganas.
Tres consejos a tener en cuenta para que os quede un buen color:
Tres consejos a tener en cuenta para que os quede un buen color:
- El colorante ha de ser de pasta, nada de colorante líquido o en polvo, el de pasta deja un color más intenso y resistente a la cocción.
- El tiempo de cocción es fundamental. Si se hace demasiado, el bizcocho se os va a oscurecer cogiendo un color marrón o de un rojo tan apagado que no va a ser ni bonito. Tenéis que ir controlando muy bien la tarta una vez ya esté en el horno. No os puedo decir un tiempo concreto, pues todo depende del tipo de horno de cada uno. Solo decir que, una vez haya subido y hayan pasado unos 40 minutos, id pinchando la tarta hasta que os salga limpio y entonces retirarla rápidamente.
- A la hora de desmoldar y cortar esperad a que se enfríe. Una de las características del bizcocho es que es de lo más esponjoso y, por lo tanto, muy delicado para trabajar porque se deshace fácilmente. Así que tendréis que hacerlo con mucho cuidado y en frío. En mi caso hice 2 bizcochos y los dos los corté por arriba, por abajo y por los laterales, pues son los que se quedan más marrones al llegarle calor más directo. Si lo hacéis así después os quedará un bizcocho con mejor aspecto y de un color uniforme.
Vamos allá!
Ingredientes para el bizcocho
- 170 gr. de mantequilla a temperatura ambiente.
- 450 gr. de azúcar.
- 500 gr. de harina.
- 3 huevos.
- 2 cucharadas de colorante en gel o en pasta.
- 13 gr. de cacao en polvo.
- 1 cucharadita de esencia de vainilla.
- 1 y 1/2 cucharaditas de sal.
- 300 ml. de buttermilk (leche desnatada o semidesnatada + chorrito de zumo de limón)
- 1 y 1/2 cucharaditas de bicarbonato.
- 1 y 1/2 cucharaditas de vinagre.
Ingredientes para el frosting
- 150 gr. de queso crema (tipo philadelphia o mascarpone).
- 200 ml. de nata para montar.
- 75 gr. azúcar glas.
Preparación bizcocho
- En un recipiente, mezclamos la leche junto con un chorrito de zumo de limón y lo dejamos reposar.
- Precalentamos el horno a 180ºC (arriba y abajo, sin aire).
- Cogemos un molde (de unos 23 cm de diámetro, o más pequeño con el que podremos hacer varios bizcochos) y lo engrasamos bien, por la base y las pareces, con mantequilla y harina.
- En un bol, tamizamos la harina, el cacao y la sal. Reservamos.
- Cogemos otro bol más grande y mezclamos bien la mantequilla con el azúcar. Batimos con unas varillas hasta obtener una crema homogénea.
- Añadimos, uno a uno los huevos y batiendo cada vez (añadir, batir, añadir, batir, añadir, batir).
- En otro recipiente, mezclamos el bicarbonato con el vinagre removiendo rápidamente e incorporándolo a la mezcla anterior (mezclar estos dos ingrediente provoca una reacción química rápida de efervescencia, así que hay que ser rápidos en remover bien).
- Incorporamos las cucharadas de colorante rojo y la esencia de vainilla. Batimos bien con las varillas hasta que la masa quede de un color rojo intenso y homogéneo.
- Colamos la mezcla de la leche con el limón, la cual habrá dejado grumos expulsando el suero de la leche, y la añadimos a la mezcla anterior.
- Incorporamos, sin dejar de batir con las varillas, la mezcla de harina, cacao y sal. Con el cacao la intensidad del rojo (que antes tiraba más a rosa oscuro), se vuelve más granate.
- Una vez lo tengamos bien mezclado, es hora de poner la masa en el molde.
- Hay que llenarlo 2/3 de la capacidad total del molde (puede que os sobre). Yo usé un molde de unos 15 cm de diámetro y me dio para tres bizcochos.
- Lo metemos al horno 40-55 minutos. Una vez hayan pasado 35-40 minutos id pinchando el bizcocho y sacadlo rápidamente cuando ya salga limpio.
- Dejar enfriar.
- Una vez frío, desmoldar el bizcocho, cortar la parte de arriba dejándola plana (suele salir una montañita), los bordes y la base (que suelen quedar más marrones). Si os ha salido ya grueso, podéis partirlo por la mitad con mucho cuidado. Sino, haced otro bizcocho del mismo grosor para ponerlo encima.
Preparación frosting
- Mientras está el bizcocho en el horno, podemos ir haciendo el frosting. Montamos primero la nata.
- En un bol, mezclamos el queso con el azúcar. Una vez esté bien mezclado, añadimos la nata poco a poco hasta que quede una crema, nada líquida, más bien espesa, moldeable y brillante. Si veis que queda muy líquida, añadid más queso y más azúcar, poco a poco.
- Reservad en la nevera hasta que vayamos a utilizarlo.
Montaje de la tarta
- Ponemos uno de los bizcochos como base, encima, ponemos parte del frosting de queso.
- Encima, ponemos el segundo bizcocho y más frosting por encima.
- Finalmente, recubrir los laterales. Como ya he dicho anteriormente, este bizcocho es muy delicado, así que hay que tener cuidado a la hora de poner el frosting encima de no llevarnos trozos de tarta que ensucien la decoración.
- Podemos guardar parte del frosting en una manga pastelera para, una vez tengamos la tarta ya montada, decorarla a vuestro gusto.
- Y ya.. a comérsela! Bon appetit!!
La decoración va a la imaginación y gusto de cada uno. Aquí os dejo la de dos Red Velvet que he hecho.
Nota: En los bizcochos podéis poner un poco de almíbar antes de poner el frosting para que sea un poco menos seco. Es lo que yo hice, pero tampoco hace mucha falta, pues la crema ya da bastante cremosidad a la tarta y el bizcocho es muy esponjoso.
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